Pedro Nel es un colombiano-tinerfeño que lleva la restauración en las venas y la interpreta con todo rigor. En concreto, Santa Cruz de Tenerife fue en el pasado un feudo en el que fue admirado por su concepto de cocina, generalmente basado en el clasicismo pero en todo momento con referencias a recetas y matices de Tenerife, de Canarias y de su país de origen.
A Colombia retornó para culminar una de las facetas personales y profesionales que lleva muy marcadas en su ADN: la formación. Como profesor universitario dejó la simiente que hoy prodiga en la preparación y engranaje de la cocina y el servicio de Sala de su restaurante Etéreo.
Aquel “duende” de antaño vuelve a reverdecer en una cocina diáfana, directa, afable: el comensal encontrará el confort no solo del espacio culinario en el que destaca una atmósfera tranquila sino de esos platillos para comenzar el rato agradable de mesa y mantel.
Ya clásicos e indispensables son la empanadilla criolla con salsa siracha, excelente preámbulo para lo que vendrá después, mientras que los chicharrones barrigueros (plato tradicional de Ecuador) va a casar de fábula con la gama de vinos de diferentes denominaciones, además de espumosos y destilados Premium que aguardan para culminar. Porqué no también, un plato de excelente jamón ibérico.
Los productos marinos aquí tienen una prestancia especial, tanto pescados atlánticos (Pedro Nel se afana en encontrar espectaculares chernes de ley) como de otras latitudes. En este sentido, no se puede dejar de probar el ceviche de la Casa, con una credencial de frescura y registros gustativos tan apetecibles. Ahí recala también el toque intangible de un equipo que está pendiente de la singularidad de cada cliente en particular.
En cuanto a la vertiente cárnica, vamos a poder disfrutar de una amplia variedad que alcanza desde el solomillo o el entrecot a un cochinillo en toda regla, las suculentas manitas de cerdo o mollejas que constituyen, todos ellos, la predilección de muchos de los comensales que aprecian este establecimiento santacrucero como destino culinario habitual.
Hortalizas, verduras, aderezos muy personales del chef,… La línea dulce abarca un universo genuino de chocolates, frutas y excelencias pasteleras que van estupendamente con el licorcito del final.